El día 1 de enero del año 2.002, tuvo lugar el Timo más grande jamás habido en la Historia. La entrada en vigor de la moneda del Euro, nos empobreció y nos arruinó, en una buena parte, a todos los españoles.
Todo timo se deriva básicamente del timo de la Estampita, esto es, que por la avaricia de querer coger más dinero al final acaba el negocio en una gran pérdida ruinosa.
Nos dijeron que los españoles íbamos a entrar en el Club de los Países Ricos de Europa, que íbamos a manejar un tipo de billete y moneda europeos, lo cual iba a redundar en un mayor poder de adquisición económica para todos los ciudadanos. Que la uniformización monetaria en toda Europa iba a generar más armonía económica y prosperidad.
Y los ciudadanos españoles se lo creyeron todo. El brillo de la codicia y de la avaricia más desenfrenada se encendió en los ojos de todos los contribuyentes: ¡Ibamos a ser todos más ricos!...¡Por fín..
Cuando los responsables del Gobierno se dieron cuenta del tremendo batacazo que la sociedad española se había llevado con la nueva moneda del euro, el ministro de Economía a la sazón, Rodrigo Rato, declaró que había habido un fallo de estrategia económica al estimar que la moneda de 100 pesetas se equipararía con la moneda de 50 céntimos de euro. Es decir, según el Gobierno, si la moneda de referencia antes era la de 100 pesetas, ahora lo sería la de 50 céntimos.
Lo que ocurrió en la práctica fué que la moneda de 100 pesetas pasó a sustituirse, en la costumbre social, por la moneda de 1 euro. Pero claro, había un problema, 1 euro no equivalía a 100 pesetas, sino a 166,386 pesetas. ¡¡Desastre total!!... en perjuicio de la gente.
Así que claro, como suele suceder, la alegría acabó en drama. De repente, el café con leche en la cafetería de toda la vida, costaba el doble, la tostada también. Todas las cosas habían doblado el precio sin ningún motivo real. Y los sueldos habían menguado, se habían quedado raquíticos, en los huesos. Las nóminas se habían hecho anoréxicas.
Con los sueldos de pesetas, siempre había algún sobrante para ir al cine, tomar una hamburguesa o un café, pero ahora ya no queda ni para tomar un café. ¡Nos han arruinado los malditos politicastros, con su loca idea de la ruinosa Globalización!....
En realidad, fué éste un desastre que no tuvo remedio alguno, y del que no se puede culpar a tal o cual político o partido. Porque estas grandes decisiones vienen impuestas a las naciones desde unas organizaciones supranacionales, secretas y ocultistas, que manejan el devenir del mundo.
Al menos en Estados Unidos son elegantes. Un simple dólar tiene forma de billete. Es la propina ideal para el botones del hotel, el camarero del restaurante o el taxista que nos traslada. Pero aquí en Europa, el señor extiende una mísera moneda como si fuera un roñoso, y encima resulta que el euro tiene más valor que el dólar.
Hasta los céntimos son más feos que las pesetas, muy pequeños y de cobre sucio y barato...
¡Qué belleza tenía la peseta! ¡y qué riqueza tenía la peseta!...
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