martes, 7 de enero de 2014

El llamativo caso de Fujimori y Llosa

En 1990, en Perú, concurrieron a las urnas Alberto Fujimori y el escritor Mario Vargas Llosa.

Durante la década de 1980, el escritor peruano Mario Vargas Llosa se convirtió en un personaje activo políticamente. Inició su carrera política fundando el movimiento Libertad, y se presentó a las Elecciones Generales de 1990 en Perú como candidato de la coalición del Frente Democrático.

Alberto Fujimori, un ingeniero agrónomo y científico, de nacionalidad peruana y japonesa, y desconocido en las esferas políticas, se presentó a las Elecciones de 1990 en Perú, al frente del movimiento "Cambio 90", que había creado en el año anterior, 1989.

Fujimori, apodado por los peruanos como "El Chino", ganó las Elecciones y se mantuvo en el poder durante toda la década, hasta Noviembre del año 2000. Convirtió la década de 1990 en el Fujimorato, una década Negra para el Perú, y llegó a ser el paradigma del Presidente corrupto y mafioso por excelencia.


Gracias a su doble nacionalidad, a finales del año 2000 huyó a Japón con la intención de dimitir por fax, pero debido al escándalo y la alarma social creada, el propio Congreso Peruano le destituyó por inmoral.

En 2009 Fujimori fué condenado a 25 años de prisión por su responsabilidad en delitos de asesinatos, secuestros y lesiones, tras haber sido hallado como el culpable intelectual de las Matanzas de Barrios Altos en 1991 y La Cantuta en 1992. También fué hallado culpable de allanamientos de morada, secuestros, apropiación de fondos públicos, falsedad ideológica, etc... En suma, un criminal estafador.

Tras el duro chasco electoral de 1990, el escritor Mario Vargas se instaló en España, para emprender una nueva vida, obteniendo su nacionalidad española en 1993. Vargas Llosa siempre ha sido un defensor de la libertad y de los valores morales de la humanidad.

Su obra ha cosechado numerosos premios entre los que podemos destacar el Príncipe de Asturias de las Letras en 1986, Premio Cervantes en 1994, Premio Planeta 1993, entre otros, y el Premio Nobel de Literatura en 2010. Además Vargas Llosa ha recibido numerosos premios, distinciones y condecoraciones, en España, en Europa y en el mundo, entre las que podemos citar la Legión de Honor francesa en 1985 y la condecoración de la Orden del Aguila Azteca en Mexico en 2011.


La pregunta es: ¿Cómo es posible que los ciudadanos, libremente, escogieran a un tipo mafioso apodado "El chino" para gobernarles, sumiendo a Perú en la peor de sus corrupciones pesadillas y miserias, y desechasen a un humanista benefactor de la humanidad como Mario Vargas Llosa, para liderar a una sociedad? ¿No hubiera sido mejor para la sociedad peruana, y para cualquier sociedad, desde todos los puntos de vista, haber escogido a Mario antes que a Fujimori?...

Lo único que podrán decir algunos es que en aquél tiempo del año de 1990 no se sabía entonces lo que iba a ocurrir con Fujimori. El caso es que después, en 1995, cuando tuvieron lugar las siguientes Elecciones en Perú, Fujimori volvió a revalidar tranquilamente su mandato.

 Mario Vargas Llosa escribiendo

Casos tan llamativos como éste nos desilusionan acerca del sistema democrático en las sociedades humanas. No olvidemos que también Adolf Hitler fué elegido democráticamente en las urnas en 1933.

En España se debió de haber hecho justicia con Vargas Llosa, invitándole a que hubiera formado parte de algún Gobierno, o al menos un cargo importante de responsabilidad, por lo menos en el Ministerio de Cultura o en Educación. Aunque a decir verdad, hasta esos cargos ya se le han quedado pequeños.

Otra buena lección que podemos extraer de esta historia es que no necesariamente porque un personaje tenga mucha formación académica y varias carreras científicas, como era el caso de Fujimori, va a ser por eso un buen gobernante para su país; al final lo más importante es la dimensión moral, humana y espiritual de esa persona, para dirigir a una sociedad.

Y por supuesto los peruanos siempre estarán en deuda con Mario Vargas Llosa, un candidato digno al que le negaron un puesto que se merecía en justicia, para dárselo en su lugar a un malhechor.

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