Según cuenta el padre de Siobahne, Bryan Riggs, era habitual que los pescadores de las islas de Terranova y Nueva Escocia enviaran mensajes en botellas cuando estaban faenando; una vieja costumbre romántica.
La niña Siobahne y su hermano Andrew John habían escrito unos mensajes, que después, su padre, Bryan Riggs, había lanzado al mar desde su barco el 26 de Agosto de 2001.
Las botellas, de plástico, unidas por una cuerda y con los mensajes de cada hijo, fueron lanzadas al mar lejos de la costa, ya que de esta forma las corrientes las llevarían mucho más lejos que si se tiraban directamente desde la costa.
14 meses más tarde, Emérita Castellano, fué la persona que encontró las botellas, en la Playa de Tananaga, Tenerife, España. Aunque en un primer momento, Emérita, pasó de largo, posteriormente recogió las botellas, al ver que en su interior había mensajes. Según su relato, ni siquiera sabía que aquellas misivas estaban escritas en inglés, por lo que, tras pasar por varias manos, los mensajes llegaron finalmente al profesor de inglés de la Escuela de Anaga, Tomás Herrera, el cual se encargó de los textos.
En las misivas, destinadas a una "persona afortunada", los dos hermanos se presentaban y pedían a quien las encontrara que por favor les respondiera a ellos y a sus compañeros de clase. El mensaje de Siobahne también explicaba que su padre, que trabajaba en un barco de suministros para plataformas petrolíferas, no consideraba que "eso fuera tirar basura", y que de hecho en otra ocasión habían recibido una carta, respondiendo a una de sus botellas, desde una localidad de la costa oeste francesa.
El profesor Tomás Herrera y su auxiliar Patrick Dennis tradujeron las cartas, e intentaron establecer contacto con los remitentes de ambos mensajes. Tras varios correos electrónicos que fueron devueltos, finalmente pudieron contactar por teléfono, aunque cuenta Herrera que "fué muy desalentador", ya que cuando hablaron con la familia Riggs les comunicaron que la niña Siobahne había muerto en accidente.
Ese primer intento de contacto, al principio fué visto de forma muy distinta desde el otro lado del Atlántico, en la localidad de Burin, en Terranova, puesto que la madre de Siobahne, Carol Ann Riggs,
pensó que se trataba de algún tipo de estafa. Se dió la circunstancia de que unas horas antes de que el profesor Patrick Dennis llamara por teléfono, la madre de la niña había recibido un correo basura en el que un empresario nigeriano solicitaba dinero para invertir en un negocio.
Sin embargo, el hermano pequeño de Siobahne, Andrew John, recordó a su madre la historia de las botellas que hacía más de 1 año que habían enviado su hermana y él. Así que Carol Ann se puso en contacto de nuevo con el profesor Dennis, en Tenerife.
- " Y supe en ese mismo momento que vendríamos a la Isla" recuerda Carol.
Los padres, el hermano, y dos compañeros de la Escuela, se trasladaron a la Isla de Tenerife, para rendir un homenaje a su hija, y allí se encontraron con los vecinos de Taganana, con los que visitaron la Playa de Taganana, intercambiaron obsequios y regalos, y prometieron seguir manteniendo el contacto.
El matrimonio canadiense Bryan y Carol Ann Riggs en la Costa de Taganana, Tenerife, en donde fué encontrada la botella de su hija.
El sr y la sra Riggs leyendo la carta de su hija en la Playa de Taganana.
Según el padre, Bryan Riggs, las botellas debieron viajar más de 22.000 millas, desde Terranova a Canarias, dando vueltas por el Atlántico, a merced de las corrientes, y que lo mismo podrían haber ido al Mar del Norte o a Groenlandia.
Para la madre, ver que el mensaje de su hija había llegado a las Islas Canarias, había sido algo "muy emotivo", sobre todo cuando hacía menos de 1 año que la niña había muerto en un accidente con una moto de nieve.
- Para nosotros el mensaje era como si ella nos dijera: "ESTOY BIEN"...
Siobahne Riggs
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