domingo, 9 de octubre de 2011

Nadie que resucite irá al cielo

Jesucristo es el único ser, por tener naturaleza divina, además de la naturaleza humana que tuvo durante 33 años, que fué al cielo, después de resucitar, y no a un cielo cualquiera, sino al Tercer Cielo, que es el cielo santísimo en donde mora, por ahora, el Dios Padre.

En las doctrinas religiosas, católicas, protestantes, y demás, en general, siempre se ha enseñado la milonga pagana y espiritista de decir que los seres humanos irán al cielo, ya sea cuando mueren, o en el tiempo de la Resurrección final. Pero lo cierto es que ese Tercer Cielo es un lugar sagrado y santísimo, absolutamente prohibitivo para el común de los humanos.

Desde siempre los hebreos del antiguo Israel rechazaban esas doctrinas paganas de la inmortalidad del alma, ya que iban en contra de las Escrituras Sagradas.

Fuera del Hijo de Dios, nadie que resucite, ningún ser humano, en el futuro, irá al cielo. Del mismo modo que las personas que experimentaron la resurrección, en el Pasado, durante los tiempos bíblicos, nunca fueron al cielo.

Si hacemos memoria y recordamos los diversos pasajes de resurrecciones que se narran en La Biblia, como el caso de Lázaro, la hija de Jairo, y otros, esas personas que habían muerto, volvieron a la vida, pero no en el cielo, sino aquí en la Tierra. Por eso Lázaro continuó viviendo con su familia, en su casa, y con sus gentes, felizmente, como siempre había hecho, al igual que los demás resucitados.

De la misma manera, cuando llegue el Tiempo Venidero de la Resurrección de los muertos, nadie absolutamente irá al cielo, sino que simplemente, y magníficamente, volverán a la vida, en su entorno natural, que es La Tierra. Los ejemplos de resurrecciones que acontecieron, y que fueron recogidos en la Biblia, lo demuestran claramente.

Pues la misma palabra de "resurrección" significa volver a la vida, siendo uno quien es, y estando en el mismo medio natural en el que vivía, que para los seres humanos es La Tierra. Del latín, resuscitare, de re y suscitare = despertar. Resurrección no significa cambiar de plano ni de dimensión, ni viajar de la tierra al cielo; eso es un disparate, una idea maldita espiritista, y una doctrina apóstata, antibíblica, y anticristiana.

En la siguiente Vida, los seres humanos, aquellos que hayan sido escogidos, seguiremos viviendo en La Tierra. Pues como dijo Jesucristo, "Los mansos, los justos, y los que esperan en Dios Yahweh, heredarán la tierra". Mateo cap 5 vers 5; Salmos cap 37 vers 9; Salmos cap 37 vers 29.

Físicamente, los seres humanos tendrán un aspecto sonrosado, (como los "cerditos") porque estarán rebosantes de salud, bienestar, juventud, y bendición; y además irradiarán una aureola de energía, un brillo especial, un aura de poder y bendición, alrededor de todo su cuerpo, pues son hijos bendecidos de Dios, que han sido transformados por el Espíritu Santo, y en los cuales está presente el Espíritu Santo.

Vamos a poner unos ejemplos sencillos e ilustrativos de ese aura brillante de los hijos de Dios: Acordémonos que cuando Moisés habló con Yahweh en una zarza del Monte Horeb, bajó transfigurado, y la gente veía su cara como si estuviera iluminada.

La misma situación fué experimentada, en otras ocasiones, por Jesucristo, los apóstoles, y otros personajes bíblicos. Por ejemplo, en el día de Pentecostés, el Espíritu Santo descendió sobre las cabezas de los apóstoles, que estaban reunidos, y su forma era como extraordinarias "lenguas de fuego".

En el episodio de barbarie y fanatismo religioso que fué el Apedreamiento de Esteban, todos los que estaban sentados en el "juicio" contra Esteban, vieron la luz de la gloria de Dios reflejarse en su semblante, y vieron que Esteban resplandecía como un ángel.

"Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel". Hechos 6:15.

En el Reino Venidero de Dios en la Tierra, los seres humanos serán como los ángeles, aseguró Jesucristo, en Lucas cap 20 vers 36; seres humanos de carne y hueso, viviendo en la Tierra, pero al mismo tiempo siendo seres Benditos de Dios. Los seres humanos tendrán un aspecto sonrosado de vitalidad, y un aura brillante de energía; pero nadie irá al Tercer Cielo.

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