El 14 de junio de 1982 hubo un comunicado oficial de rendición por parte del gobierno argentino, y en ese mismo día en Buenos Aires se realizó una multitudinaria manifestación en rechazo a la rendición; se produjeron desmanes, y la policía tuvo que reprimir a los manifestantes.
Pero lo cierto es que si no hubiera habido un comunicado de rendición oficial y la guerra hubiera seguido unos días o semanas más, o bien si la invasión británica hubiera fracasado desde el principio, el Reino Unido ya tenía preparada la opción nuclear.
Durante todo el conflicto, varios submarinos atómicos ingleses permanecieron apostados cerca de las costas argentinas por si recibían la orden de ejecutar un ataque nuclear. Ciudades como Bahía Blanca, Córdoba y Buenos Aires, estuvieron en el blanco de los submarinos. Quizás el gobierno argentino recibió en secreto ese tipo de amenaza nuclear y por eso determinó zanjar la cuestión. El acta del secreto militar británico sobre la Guerra de las Malvinas fué elevado a 50 años.
Las islas de la discordia mostraban un aspecto deprimente; los protagonistas refieren que parecía un paraje desolado e inhóspito; era como si en aquél lugar hubiera caído una bomba atómica y estuviera arrasado. Hasta el cielo no era azul, sino siempre grisáceo, con niebla.
Todos los soldados argentinos eran muy jóvenes, con la edad típica del reclutamiento militar. En las islas hacía un frío atroz; en algunas ocasiones se registraban hasta 15 grados bajo cero. Las ropas militares argentinas no eran térmicas sino muy deficientes, sobre todo las botas; había mucha humedad y el terreno estaba siempre como encharcado.
Los veteranos argentinos dicen que escaseaba la comida; cosas como el whisky y el tabaco, que podían haber animado un poco a la tropa, ni se soñaban. Había carencias en el armamento y en los medios materiales en general. Las armas estaban húmedas y a menudo se trababan. Los fusiles de asalto eran toscos y pesados.
En este sentido de disponibilidad de medios fué muy importante el material de visión nocturna infrarroja que manejaba la tropa británica, y valiéndose de esa ventaja los británicos desplegaron muchos ataques nocturnos. Y por supuesto la tropa británica estaba bien alimentada y bien surtida de whisky, tabaco, chocolate y café.
En términos de costo económico, 4.000 millones de dólares de la época fue el aporte de la Corona Británica para el mantenimiento de su tropa.
La versión oficial británica ocultó la verdad de su balance y sus cifras. Sus cifras no cuadran, y el número de muertos británicos podría elevarse a varios cientos más. También se ocultaron los daños reales en varios buques, como en el caso del Portaaviones Invencible, que fué alcanzado por varios impactos, entre ellos el del último misil Exocet, lanzado en el ataque aéreo del 13 de junio de 1982.
Las Secuelas de la Guerra
Un apartado importante, aunque triste, es el de los suicidios de los veteranos de la Guerra de las Malvinas. Todos los años, cuando llegaban los meses de abril, mayo y junio, muchos veteranos se deprimían y revivían todo el episodio; pero esto ha ocurrido tanto en el bando argentino como en el bando británico.
Eran personas que volvieron para reincorporarse a la vida civil pero siempre se sintieron muy atormentadas tras vivir aquella experiencia límite, con constantes pesadillas, bajones de ánimo, tristeza, explosiones de carácter, etc... Es lo que médicamente se conoce como "Trastorno de Estrés post traumático".
En el lado argentino, más de 350 veteranos de Malvinas se suicidaron con el paso de los años.
Y según un estudio publicado por la revista Canadian Medical Association Journal del 28 de mayo del 2002, hasta mayo del 2002 se habían suicidado 264 ex combatientes británicos que estuvieron en Malvinas. Es de suponer que a fecha de hoy habrá habido más víctimas.
Un grupo de 250 veteranos ingleses de Malvinas, denunció vía judicial al Ministerio de Defensa Británico por no haber dado un tratamiento adecuado a su estrés post-traumático.
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