Las Iglesias de la Muerte

Solamente ver una Catedral o Iglesia, dá terror.

En la vida actual de nuestro mundo, cegada por la ignorancia y el materialismo, lo que existe es un culto tétrico a la muerte y un frío negocio de la muerte. Los tanatorios exhiben bien al fallecido y ritualizan bien todo su proceso, en medio de paredes con decoraciones tétricas, pero en las que no se halla ni un solo versículo de la Biblia que consuele a las familias y que les pueda dar ánimo, esperanza y fé.

Tumbas y más tumbas en Catedrales e Iglesias

E igualmente, la Iglesia Católica ha vivido toda la vida del cuento de traficar con las misas de difuntos, recuerdos memoriales, requiems, encendidos automáticos de velas por medio de monedas, cepillos electrónicos, y bobadas similares que no valen para nada excepto para vaciar los bolsillos del visitante.

Catedrales iglesias y Conventos, no son sino grandes cementerios en los que se hacían enterrar los personajes privilegiados, obispos de influencia y nobles aprovechones de épocas pasadas. Pues nada más entrar en estos edificios, de lúgubres paredes, nos huelen mal, a muerte, porque allí hacen culto a la muerte.

Paredes adornadas con cuadros reproduciendo a diestro y siniestro martirios y torturas de supuestos santos, pero que lo único que hacen es exaltar la muerte o el asesinato. Motivos parecidos también asoman en piedra.

Las mayores Exposiciones de Apología a los martirios, torturas y asesinatos de todo tipo, las podemos encontrar luciendo tranquilamente en las paredes de las Iglesias y Catedrales.

Y ya puestos a hacer esculturas, qué casualidad que nunca reproducen una escultura de un Jesús resucitado, andando y sonriente, siempre les dá por mostrar un supuesto Jesús bien muerto, como rendido, y con sangres y sufrimientos agónicos.

Porque así es como las autoridades eclesiásticas y del mundo quieren ver a Jesucristo, agonizando y muriendo, pero nunca viviendo. Más les valdría no hacer escultura alguna, ni mostrar tantos cuadros de terror, pues la adoración a imágenes está prohibida por Dios.