lunes, 19 de mayo de 2014

Ocho apellidos vascos

Recientemente he visto la película que está de moda y de la que todos hablan, y de eso quería comentar por encima, simplemente por puro interés cultural...

Esta película podría ser un punto de inflexión y un buen augurio para reiniciar el Cine Español y empezar una nueva, productiva y feliz época de nuestro Cine, enterrando ya definitivamente los 40 años de dictadura de cine traumático guerracivilista que nos han hecho tragar, el Pesebre de la Ceja, el escándalo de la SGAE, y las soflamas fuera de lugar de los galardonados de la Academia, entre otros desatinos. Ya solo queda suprimir el bodrio del busto del pintor Goya, que no pinta nada en el Cine Español, e idear otra escultura más original, para abrir una nueva etapa.

Esta película es como un puñetazo en la mesa, desde el punto de vista artístico y cultural, que ha provocado el hartazgo y la saturación de tanto nacionalismo vasco excluyente, fetén y de pata negra, impuesto por obligación y adoctrinamiento, y también por la fuerza del terror, cuyo extremo fervor ha caído en lo ridículo, y del que hasta los mismos vascos han terminado hasta las mismas narices.

La sociedad vasca ha sufrido mucho en las últimas décadas. Vivir sin libertad, y como rehenes de unos iluminados con metralletas no es fácil para nadie. Ahora necesita corregir su rumbo, pero el trasnochado ejemplo del nacionalismo fanático catalán no le está ayudando en nada.

La personalidad vasca es milenaria, y tanto la idiosincracia vasca como la lengua vasca me parecen preciosas y fascinantes, dignas de respeto, reconocimiento y consideración. Y a los españoles, en general, nos gusta que los vascos, en particular, tengan su propia peculiaridad, así como que cada región tenga sus propias peculiaridades, dentro de una armonía general.

Pero una vez dicho esto, también tengo que decir que el nacionalismo vasco excluyente es una ideología artificial que fué implantada a lo largo del siglo XX, aprovechando las convulsiones de la Guerra Civil y el Franquismo, y especialmente en el último cuarto del siglo XX, pero que nunca antes ese nacionalismo excluyente había existido en la Historia. Tanto la ideología nacionalista como la bandera vasca ikurriña son unos inventos y bastante nuevos, desde el punto de vista de la Historia.

Esta película es un soplo de aire fresco para poder respirar. Pues como los propios guionistas de la historia han comentado, "A fín de cuentas un sevillano no es tan distinto a un vasco".

Confieso que el título no me seducía mucho, y que me parece más acertado el título internacional que han adoptado las productoras internacionales: "Spanish Affairs", más simpático y resultón, y sobre todo que producirá una mayor recaudación de dinero en el resto del mundo.  

Centrándonos en el contenido cinematográfico de la cinta, me ha parecido un buen trabajo, realizado por un buen equipo de actores y profesionales. Es curioso cómo nada sobra en la película; la mujer que se encuentra Rafa en el autobús, y los radicales que se encuentra posteriormente en el calabozo de la Policía Ertzainza, resultan vitales después, en el desarrollo de la trama.

Clara Lago, con su pelo moreno a lo Frankenstein dá el pego de Amaia, una vasca original, hija de su padre, ahí es nada, "Aita", interpretado por el gran Karra Elejalde, sencillamente magistral y que ha bordado su papel de vasco puro. El Karra es un pedazo de actor y está de premio.

En cuanto a Carmen Machi dá un punto de frescura a la película y ayuda a que siga rodando la inercia disparatada de la propia historia, que avanza sin control como una bola de nieve hacia el presentido desastre. Aunque menos mal que al final termina bien.

Hay que resaltar la labor del director, Emilio Martínez Lázaro, muy intuitivo, desplegando su estrategia con inteligencia, y los imprescindibles guionistas de la película, veteranos del humor vasco.

Y me reservaba mi elogio mayor para el actor principal, Dani Rovira, el cual encarna al personaje del sevillano "Rafa", y el cual creo que es el mayor tesoro y descubrimiento que aporta esta película.

Las comparaciones son odiosas, pero Dani Rovira me ha recordado, salvando las distancias culturales y personales, a dos actores estadounidenses: un poco a Ben Stiller, el 5º actor mejor pagado de Hollywood, pero sobre todo a Adam Sandler, el tercer actor mejor pagado de Hollywood, y que aparece aquí arriba a la izquierda.

Este Dani Rovira, malagueño de nacimiento, es un diamante en bruto, un filón de oro para el Cine Español, y posiblemente para Hollywood. Con esos "ojillos cruzados" desprende una simpatía natural, que no hace falta que se esfuerce en interpretar una comedia, ya que nada más verle a la cara, esbozas una sonrisa y te pone de buen humor. Esto es un don natural, que va acompañado además de una dilatada carrera de interpretación y monólogos.

Dani Rovira, "Rafa", es el personaje clave y el alma de esta entrañable historia, capaz de soportar y vencer todo el peso de los tópicos y de conducir con éxito una situación imposible hacia una solución feliz. Ante la mirada de Dani Rovira, ¡Todo es Posible!.... en la pantalla y en la vida. ¡Genial!...

El mensaje positivo y de fondo que nos ofrece esta película es que los seres humanos no quieren vivir con muros de prejuicios. Los vascos y los sevillanos, todos los españoles, y todos los seres humanos del mundo, tenemos que vivir, tenemos que convivir, y ser felices.

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